Tras casi seis décadas de ausencia y 72 años después de su muerte, Joseph Stalin ha vuelto a una de las estaciones de metro de Moscú. Las autoridades develaron este mes una estatua que muestra a Stalin mirando a lo lejos, con trabajadores que lo veneran y niños que le ofrecen flores. Es una réplica de la que se retiró en 1966 durante una campaña de desestalinización. En el metro, activistas dejaron un cartel enmarcado delante del nuevo monumento con citas de Putin criticando los métodos de Stalin.
En 2017, por ejemplo, Putin había declarado lo siguiente en la inauguración del monumento “Muro del Dolor”, en homenaje a las víctimas de la represión estalinista:
es muy importante que todos nosotros y las generaciones futuras conozcamos y recordemos este trágico periodo de nuestra historia en el que grupos sociales enteros y pueblos enteros fueron cruelmente perseguidos...Este pasado aterrador no puede borrarse de la memoria nacional ni, mucho menos, justificarse con referencias a los llamados intereses superiores del pueblo.
Pero ya Putin afirmó en esa época, en una entrevista al cineasta Oliver Stone:
la excesiva demonización de Stalin ha sido una de las formas de atacar a la Unión Soviética y a Rusia.
El Kremlin se esfuerza ahora por reconstruir la historia de Rusia como una serie de triunfos gloriosos que está decidido a continuar en Ucrania, para lo que rehabilita a Stalin. Lo proyecta como símbolo de la "gran guerra patria" en que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas logró derrotar, al precio de inmensos sacrificios y de 37 millones de muertos, la invasión nazi de 1941.
En los últimos años se han erigido unos 108 monumentos a Stalin en toda Rusia, y el ritmo se ha acelerado desde la invasión a Ucrania en 2022, según el historiador Ivan Zheyanov, citado por The New York Times. El Museo de Historia del Gulag se cerró en 2024. Este año se instaló un monumento a Stalin en la ciudad ucraniana de Melitópol, ocupada militarmente por Rusia. En abril, se rebautizó el aeropuerto de Volgogrado con el nombre de Stalingrado, como se llamó la ciudad de 1925 a 1961.
No obstante, el paso de Stalin por la historia tiene connotaciones que hacen de la rehabilitación por Putin, que lleva 25 años en el poder y va en vías de sobrepasarlo en duración, una opción al menos controversial.
Cabe empezar por considerar el rol de Stalin en los albores de la segunda guerra mundial, cuando pactó el reparto de Europa con Hitler en agosto de 1939. Una semana después, las tropas alemanas cruzaron la frontera polaca; dos semanas más tarde, el Ejército Rojo cruzó la frontera polaca oriental. Los soviéticos capturaron y ejecutaron a quince mil oficiales polacos en el bosque de Katyn y otros lugares. Del lado alemán, los Einsatzgruppen empezaron a asesinar a funcionarios e intelectuales polacos, pronto obligaron a los judíos a llevar la Estrella de David y luego los confinaron e instalaron siniestros campos de exterminio.
Este acuerdo dejó en una inicial indefensión a la URSS al retrasar la preparación ante la previsible invasión nazi, a pesar de los avisos de Churchill y de los servicios de inteligencia soviéticos (la "orquesta roja" dirigida por el bolchevique judío polaco Leopold Trepper, que después de la guerra fue encarcelado durante 10 años en Moscú, y la red de Richard Sorge desde Japón), que le advirtieron del plan de Hitler desde fines de 1940. Hoy se sabe, por la revisión de los archivos, que comunicaron la fecha en que Alemania iniciaría la Operación Barbarrojahasta en 47 ocasiones durante los diez días anteriores al 22 de junio de 1941. Stalin desestimó lo que consideró desinformación de los países capitalistas europeos, además de permanecer en la inacción en los días posteriores, postrado ante lo que calificó de traición de Hitler. La Fuerza Aérea Soviética fue destruida en tierra. En los meses siguientes, los alemanes aniquilarían o capturarían a gran parte del Ejército soviético, se apoderarían de la mayor parte de Ucrania, sitiarían Leningrado y se acercarían a Moscú. El historiador Stephen Kotkin sostiene que Kliment Voroshilov —ministro de Defensa de Stalin y cercano aliado— ya le había reprochado, a raíz del fallido intento de anexar partes de Finlandia de 1939-40 en el marco del acuerdo con Hitler: "¡Tienes la culpa de esto! Has aniquilado a los cuadros militares".
Stalin había debilitado a su ejército con el fusilamiento en 1937 del alto mando militar encabezado por el mariscal Mijaíl Tukachevski, jefe de Estado Mayor del Ejército Rojo y pieza clave en la guerra civil, acusado de "conspiración militar trotskista" y "espionaje", rehabilitado póstumamente en 1957. Stalin ejecutó sucesivamente a cinco jefes de la inteligencia militar. Cerca de 35 mil oficiales —entre arrestados, ejecutados y expulsados— fueron purgados, incluyendo a 13 de los 15 comandantes del Ejército Rojo, ocho de los nueve almirantes, 50 de los 57 comandantes de cuerpo de ejército y 154 de los 186 comandantes de división. Este fue un factor que gravitó en el desastroso desempeño del Ejército Rojo en 1941.
Luego del avance alemán, Stalin se hizo parte de una alianza que incluyó a la URSS, Gran Bretaña y Estados Unidos, hasta el triunfo conjunto en 1945. Nombró a Georgy Zhukov, oficial competente que había derrotado a los japoneses en Mongolia en 1939, y a otros generales capaces que habían sobrevivido a las purgas, como Vasili Chuikov, que dirigió la batalla de Stalingrado, para que comandaran las fuerzas en los frentes más críticos. Stalin admiraba y al mismo tiempo resentía la independencia y la popularidad de Zhukov, que incidió decisivamente en la batalla defensiva de Moscú y en la ofensiva de Stalingrado, en la de Kursk, en las de Bielorusia y en la ofensiva final hacia Berlín, donde recibió personalmente la rendición alemana. Tras el fin de la guerra, Stalin lo consideró una amenaza y lo apartó. Acusó a Zhukov de usar sus logros de la guerra para provecho propio, incluyendo el saqueo de propiedades civiles alemanas, y lo destinó a jefaturas militares en Odessa y los montes Urales, de muy poca relevancia dado su prestigio y trayectoria.
Stalin, nacido en Georgia en la periferia del Imperio Ruso y formado en un seminario ortodoxo, había logrado tomar el poder en la URSS, dirigida inicialmente por Vladimir Lenin y León Trotsky, después de la muerte del primero en 1924, haciendo alianzas que luego traicionó. La URSS fue creada después de la revolución rusa de octubre de 1917 -en febrero se había derrumbado una monarquía de tres siglos por los efectos devastadores de la guerra con Alemania- cuando obreros, soldados y marinos bolcheviques tomaron el telégrafo y los puentes, arrestaron al gobierno en el Palacio de Invierno y declararon el poder soviético en Petrogrado y luego en el resto del Imperio. Durante los cuatro años siguientes, libraron una encarnizada guerra civil contra enemigos múltiples, incluidos parte de los nuevos Estados independientes del sur y el oeste, apoyados por las potencias occidentales.
Poco antes de morir, Lenin señaló sobre Stalin:
habiendo llegado a ser Secretario General, ha concentrado un poder ilimitado en sus manos, y no estoy seguro de que siempre sea capaz de usar esa autoridad con la debida cautela…Es excesivamente rudo y este defecto, que puede ser tolerado en un militante cualquiera del Partido, se transforma en un defecto inaceptable en una persona que ocupa el cargo de Secretario General. Es por esto que propongo que los camaradas vean la manera de alejar a Stalin de este cargo.
Lenin esperaba que su carta se leyera en voz alta en el siguiente congreso del Partido, pero no se publicó en la Unión Soviética hasta después de la muerte de Stalin.
Los líderes históricos de la revolución y del partido bolchevique fueron desplazados. La mayoría de los miembros del comité central de 1917 fueron asesinados (Trotsky en México en 1940), fusilados (Grigori Zinoviev, Lev Kamenev, Nikolái Bujarin y Alexéi Rikov luego de juicios arbitrarios y acusados de traición en 1936-38) o empujados al suicidio (Mijaíl Tomski en 1936), bajo órdenes directas de Stalin.
Se cumplió así dramáticamente la profecía del joven Trotsky en 1904, cuando criticó las formulaciones de Lenin en su libro ¿Qué hacer?, en el que éste defendía la idea de un partido de vanguardia del proletariado, disciplinado y centralizado, con militantes profesionales que instruyeran ideológicamente a los obreros y tradujeran las demandas inmediatas en objetivos revolucionarios de largo plazo:
en lo que respecta a la política interna del partido, estos métodos conducen a que la organización del partido sustituya al partido, el comité central sustituya a la organización del partido y, finalmente, a que un dictador sustituya al comité central.
Joseph Stalin convirtió el régimen soviético, inicialmente originado en consejos de base de obreros y campesinos, en una dictadura personal al servicio del nacionalismo gran ruso, en el marco del monopolio político del Partido Comunista gobernante -lo que Rosa Luxemburgo criticó desde Alemania antes de ser asesinada- y de una completa centralización de la economía. Canceló el pluralismo interno del partido único y el que en parte existía en los soviets, que Lenin había decidido preservar. También terminó con su Nueva Política Económica, que reconocía desde 1921 la necesidad de una economía mixta que incluyera una industria nacionalizada y también mercados agrícolas y comercio y actividades privadas de menor escala, la que debía en su opinión durar largo tiempo. Esta era para Lenin una alternativa necesaria a la estatización completa de los medios de producción o a la militarización del trabajo propuesta por Trotsky para enfrentar la emergencia y el cerco exterior. La URSS experimentó con la NEP una recuperación rápida: la industria y la agricultura alcanzaron o superaron los niveles de 1913 hacia 1926–27. Diez años después de la revolución de Octubre, la mayor parte de la tierra en la Unión Soviética estaba en manos de campesinos, como había sido la promesa inicial de la revolución.
Cuando Stalin se constituyó en el dictador sin contrapesos del país más extendido del mundo, consideró que una rápida industrialización era necesaria. Esta requería excedentes agrícolas y que los campesinos entregaran grano al Estado en un calendario fijo, mientras muchos debían reconvertirse en obreros industriales. Buscó establecer grandes explotaciones mecanizadas, al estilo de Estados Unidos, mientras postuló que la propiedad campesina independiente suponía una amenaza. “O destruimos a los kulaks como clase”, señaló Stalin en 1929, empleando el término para referirse a los campesinos con mayores ingresos, “o los kulaks crecerán como una clase de capitalistas y liquidarán la dictadura del proletariado.”
Con su poder ya consolidado, Stalin inició en 1928 los planes quinquenales y avanzó a una completa centralización burocrática de la economía. Una hambruna devastó varias regiones de la URSS en el proceso de colectivización de la tierra, acelerado en 1932-1933. Siempre según el historiador Stephen Kotkin, cuando los campesinos intentaban dejar sus aldeas y dirigirse a las ciudades, donde el grano requisado se convertía en pan, eran detenidos por destacamentos armados; cuando trataban de asaltar los silos gubernamentales donde se almacenaba su grano requisado, les disparaban. Millones de personas morirían de hambre y enfermedad, la mayoría en Ucrania, donde la hambruna estuvo acompañada de arrestos y fusilamientos de la intelectualidad nacionalista. Más de un millón de muertes ocurrieron en la poco poblada Kazajistán, cuyas comunidades agrícolas fueron devastadas. La URSS vivió una intensa crisis social, con una enorme pérdida de vidas en tiempos de paz por represión y hambre, lo que provocó cuestionamientos en las filas del partido gobernante.
Como respuesta, Stalin ordenó una represión masiva contra "los enemigos del pueblo”, especialmente en la etapa del Gran Terror de 1936 a 1938, cuando fueron ejecutadas unas 681 mil personas de todas las condiciones y se produjo 1,5 millón de arrestos. Luego que las primeras víctimas fueran los mandos del partido que habían apoyado a la oposición trotskista o no habían respaldado con entusiasmo la colectivización, sometidos a grotescos juicios públicos, la represión se extendió masivamente. El Partido Comunista quedó devastado: fueron purgados más de la mitad de los delegados del Congreso del PCUS de 1934 y en muchas provincias desaparecieron los primeros secretarios, los segundos secretarios e incluso los terceros secretarios. En el apogeo del terror, se fusiló a mil quinientas personas al día. La mayoría de las víctimas fueron a la postre ciudadanos comunes, atrapados en una máquina de matar que debía cumplir cupos por territorios. Los detenidos eran sometidos a torturas, obligados a permanecer de pie durante días, golpeados con puños y objetos contundentes e incluso se les arrancaban los ojos y perforaban los tímpanos. Algunos morían a causa de esas palizas o quedaban lisiados; otros eran fusilados después. Los que sobrevivieron acabaron en el sistema de trabajo forzado del Gulag. El propio letón Guénrij Yagoda, jefe de la policía política (el NKVD) entre 1934 y 1936, fue fusilado, mientras su subalterno y sucesor hasta 1938, Nikolái Yezhov, también terminó ejecutado. Su reemplazante desde 1938 hasta 1946, el georgiano Lavrenti Beria, tuvo a la postre el mismo destino.
El régimen estalinista emitió, además, una serie de órdenes contra comunidades que se consideraron vulnerables a las influencias de los enemigos del país. Los alemanes étnicos y los polacos fueron los más afectados, incluyendo los respectivos miembros del partido comunista, con detenciones que alcanzaron centenares de miles de personas.
Stalin cometió en paralelo errores en política internacional que costaron caro. En palabras de Keith Gessen:
instó al Ejército Rojo a capturar Lwów en 1920, contribuyendo a la derrota en Polonia; alentó a los comunistas chinos a aliarse con los nacionalistas, lo que provocó miles de muertes; y, de manera más fatal, se negó a permitir que los partidos comunistas europeos se coaligaran con los socialdemócratas, una decisión que ayudó a impulsar a Adolf Hitler al poder.
También persiguió a aliados en la guerra civil española como los anarquistas, y sus agentes asesinaron al líder del partido de izquierda POUM en Cataluña, Andreu Nin.
Entre tanto, unos planes quinquenales voluntaristas e imprecisos fueron, sin embargo, logrando que la economía soviética lograra poner en pie, mediante el establecimiento de prioridades en "cadenas conductoras", una industria del acero y del transporte, junto a crear canales y ferrocarriles y extraer níquel en el Ártico, oro en el Lejano Oriente y carbón en el Donbass. Parte de ese trabajo lo realizaron prisioneros esclavizados del Gulag; el resto lo hicieron obreros mal pagados, muchos de los cuales vivían en barracones, con gran pérdida de vidas. Pero la Unión Soviética empezó a fabricar camiones, tanques y aviones y preservó una industria que trasladó hacia al este para protegerla de la invasión. Junto a la ayuda norteamericana en medios de transporte, encaminada por Siberia, el gigantesco esfuerzo de guerra permitió a la postre revertir la invasión alemana, en medio de la demorada apertura del frente occidental contra Hitler.
En 1944, mientras los alemanes se batían en retirada, Beria se encargó de reprimir a las minorías étnicas sospechosas de haber colaborado con los invasores. Esto se tradujo en deportaciones masivas de las poblaciones de Chechenia, Ingushetia, los tártaros de Crimea y los alemanes nativos del Volga hacia el Asia Central. En 1948 se produjo una nueva purga con dos mil ejecutados y en 1953, poco antes de la muerte de Stalin, un grupo de médicos judíos fue acusado de complot en su contra y se desencadenaron persecuciones antisemitas.
Después de la muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953, luego de intensas luchas de poder fue designado Nikita Khruschev como nuevo líder, tras ser detenido el temido Beria en una reunión de los máximos dirigentes y ejecutado sin contemplaciones. Como jefe del partido en Moscú, Khruschev había ayudado en la purga y muerte de centenares de dirigentes. Llegó a decir en 1936:
todo aquel que se regocija con los logros alcanzados en nuestro país, las victorias de nuestro partido dirigido por el gran Stalin, encontrará solamente una palabra adecuada para los perros mercenarios y fascistas de la pandilla trotskista-zinovievista. Esa palabra es la ejecución.
No obstante, luego de liberar a centenares de miles de personas desde los campos de trabajo, que transmitieron a la sociedad la realidad de la represión masiva, Khruschev develó de manera estremecedora, en un famoso informe al comité central en 1956, la profundidad y extensión de los crímenes estalinistas (ver https://www.marxists.org/.../khrushchev/1956/febrero25.htm). Para la historia, señaló a Stalin como un ser
que procedió con una violencia salvaje, no solamente contra quienes se le oponían, sino también contra todo lo que pareciese, a su carácter despótico y caprichoso, contrario a sus conceptos. Stalin actuaba no a través de explicaciones y de cooperación paciente con la gente, sino imponiendo sus concepciones y exigiendo una sumisión absoluta a su opinión. El que osara oponerse a algún concepto o intentara probar la corrección de su punto de vista y de su actitud, estaba condenado a que se le relegara del grupo dirigente colectivo y que se le sometiera posteriormente a la aniquilación física y moral.
Este paradigma del dictador que basa su poder en la represión, el encarcelamiento masivo de opositores o inocentes para sembrar el terror y el crimen político sin contemplaciones, es el que ahora reivindica Putin, siempre en nombre de la gran patria rusa, aquella proveniente de los zares y que quiere ahora reconstruir, pero a costa de la soberanía de los pueblos que formaron parte del imperio y de la opresión autoritaria de su propio pueblo.
Cabe recordar que en 1947 el programa del Partido Socialista de Chile -que se había fundado en 1933 como alternativa al Partido Comunista estalinizado- y redactado por Eugenio González, ya había señalado su completa distancia con el régimen estalinista:
la política inicial de socialización del poder económico se fue convirtiendo en una mera estatización que condujo progresivamente a un régimen de capitalismo de Estado, dirigido por una burocracia que ejerce el poder de forma despótica, sometiendo a una verdadera servidumbre a la clase trabajadora…Dentro del régimen soviético se encuentra suprimida, en general, la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio; pero la forma de capitalismo de Estado, bajo el control de una burocracia política de carácter totalitario, ha invalidado los objetivos esenciales de la revolución socialista (que) en ningún caso acepta la estatización burocrática del poder económico, porque ello conduce necesariamente a la esclavitud política de la clase trabajadora.
Muy documentado, preciso en las citas históricas y preocupante información sobre la restitución de Stalin por Putin.
Impresionante tu erudicion!