Avances del hidrógeno verde en Chile
Proyecto de Hidrógeno Verde de US$16 mil millones inicia evaluación ambiental
Los proyectos de hidrógeno verde y su evaluación ambiental
El 5 de mayo el Proyecto de Producción de Hidrógeno y Amoníaco Verde – H2 Magallanes ingresó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). La presentación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para el proyecto ubicado en la comuna de San Gregorio, en la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, considera una inversión total estimada de US$16 mil millones, una de las mayores en su tipo a nivel global, por parte de la energética francesa TotalEnergies. H2 Magallanes es un desarrollo renovable estratégico que impulsará la innovación tecnológica y fortalecerá la cadena de valor del hidrógeno, con impacto regional y nacional, inserto en el Plan de Acción de Hidrógeno Verde 2023-2030 (https://www.planhidrogenoverde.cl/).
La demanda potencial en el corto plazo proviene del reemplazo de amoniaco importado por producción local verde y del desplazamiento del hidrógeno gris utilizado en las refinerías del país. El amoníaco se usa en minería para explosivos y las pilas de hidrógeno podrían reemplazar el diésel en el transporte en el sector, mientras a la vez es parte de la fabricación de fertilizantes agrícolas y funciona como refrigerante industrial, fluido de trabajo en ciclos termodinámicos, combustible líquido en motores de combustión interna y turbinas y se utiliza en productos farmacéuticos y compuestos químicos como el ácido nítrico.
El proyecto H2 Magallanes contempla la generación de energía en un parque eólico de 5.000 MW, compuesto por 616 aerogeneradores, que permitirá la producción de hidrógeno verde mediante electrólisis. Ese hidrógeno será combinado con nitrógeno para producir 1,9 millones de toneladas de amoníaco verde al año, que será exportado desde un terminal marítimo. El proceso se llevará a cabo utilizando agua de mar desalada y desmineralizada. El proyecto se organiza en seis grandes áreas: generación y transmisión eléctrica; producción y transporte de hidrógeno; planta desaladora; conversión y almacenamiento de amoníaco; infraestructura portuaria y obras auxiliares como campamentos, caminos, polvorines y una fábrica de torres de concreto. Incluirá una central de respaldo a gas convertible a hidrógeno y un sistema de almacenamiento de energía. Durante su construcción, podría generar hasta 10 mil empleos directos e indirectos, y en su operación una décima parte. La fecha estimada de inicio de obras es enero de 2027, mientras en 2030 entraría en vigencia la fase inicial de operación de la producción de amoniaco verde.
La evaluación de impacto ambiental deberá considerar, lo que no se ha hecho hasta ahora de manera concluyente, los costos de un proyecto de esta envergadura sobre los ecosistemas locales en Magallanes, en la biodiversidad y en las otras actividades productivas, a contrastar con sus beneficios en descarbonización, empleo y exportaciones.
Entre los temas ambientales a evaluar y mitigar se encuentran la colisión y desplazamiento de aves por la instalación de miles de aerogeneradores en la estepa y la costa, con una amenaza crítica para especies como el canquén colorado (Chloephaga rubidiceps) y rutas migratorias de cerca de 40 especies; la alteración de turberas patagónicas por las obras civiles, caminos, zanjas y tendidos eléctricos que cruzan humedales de turba (sumideros de CO₂), con riesgo de drenaje y oxidación de la turba, liberación de CO₂ y metano; la descarga de salmuera en las plantas desalinizadoras asociadas a los puertos de amoníaco y de químicos de limpieza que pueden afectar la biodiversidad bentónica y larvaria en los fiordos; la preocupación por derrames de amoníaco en caso de accidentes; la pérdida de hábitat único y la alteración paisajística en un destino de turismo de naturaleza; la fragmentación de hábitats terrestres con 4-6 mil hectáreas de infraestructura y 300 km de caminos nuevos, con pérdida de continuidad para guanacos, zorros y pumas.
Se deberá evaluar si las emisiones indirectas y la huella de carbono que deriva de la construcción con acero y hormigón y el transporte de equipos y la logística que usa diésel no terminará anulando parte del beneficio climático de los proyectos de hidrógeno verde.
Se prevé, según las Evaluaciones de Impacto Ambiental, el corte automático de turbinas al acercarse aves grandes o sensibles (canquén colorado, cóndor), la ubicación de torres que evite alterar los corredores de fauna y las turberas profundas, junto a la restauración de turberas y compensaciones de conservación, descargas de salmuera con difusores de baja velocidad, monitoreo continuo de salinidad y planes de emergencia para derrames de amoníaco, además de rutas marítimas alejadas de las áreas protegidas. Entre tanto, los organismos técnicos locales no cuentan con personal para revisar estudios complejos de fauna, viento y salmueras y realizar una modelación climática que no sea fragmentada y considere efectos acumulativos, por lo que deberán dar un salto en sus capacidades y disponer de recursos suficientes para cumplir su tarea. Además, las consideraciones de “balance de ciclo de vida” aún no son obligatorias en la evaluación de impacto ambiental, lo que deberá corregirse.
El proyecto H2 supera el que presentó el año pasado el consorcio austríaco-danés HNH Energy por US$11 mil millones. La Empresa Nacional del Petróleo (Enap), por su parte, operará una primera planta de hidrógeno verde que instalará en el complejo industrial Cabo Negro, en Magallanes y cuya operación comenzará a fines de 2025. Magallanes y Antofagasta concentran los megaproyectos, dadas las ventajas provistas por el viento patagónico y la alta radiación solar del desierto, mientras podría perfilarse un polo logístico/portuario con el proyecto de Quintero. El proyecto Hidrógeno Verde Bahía de Quintero ya obtuvo una resolución ambiental en noviembre de 2024, convirtiéndose en la primera planta H₂V autorizada. Su puesta en marcha comercial está prevista para 2026, con la venta de mezclas (hasta 15 %) en gas natural para calderas, celdas de combustible de camiones mineros y venta a industrias en Quintero‑Puchuncaví.
Con el ingreso de H2 Magallanes se superó los US$ 40 mil millones en proyectos de hidrógeno de distinto tipo y tamaño ingresados a la evaluación ambiental.
Las perspectivas del hidrógeno verde
El hidrógeno constituye el elemento químico más abundante. Sin embargo, este gas escasamente se encuentra en estado puro en la naturaleza, por lo que debe ser producido y conservado en amoníaco para fines industriales. El amoniaco es un compuesto químico formado por tres átomos de hidrógeno y uno de nitrógeno (NH3). y es el segundo de mayor producción industrial tras el ácido sulfúrico.
La mayor parte del hidrógeno que se produce sirve para fabricar amoniaco a partir de carbón o gas natural y se conoce como hidrógeno “gris”, como también lo es el amoniaco resultante: su elaboración emite dos toneladas de CO2 por cada tonelada de amoniaco. El amoniaco verde, producido a partir de hidrógeno y nitrógenos neutros en dióxido de carbono (CO2), es una alternativa al amoniaco tradicional. El hidrógeno que contiene se obtiene mediante energía eléctrica y es sintetizado por un proceso de electrólisis de agua que emplea energías renovables y que permite separar la H (hidrógeno) de la O (oxígeno) del agua (H2O), mientras el nitrógeno se extrae de la atmósfera mediante una unidad de separación del aire.
Los mayores problemas relacionados con el uso del hidrógeno son su almacenamiento y transporte. El hidrógeno es un gas que, incluso comprimido, proporciona por unidad de volumen entre tres y cinco veces menos energía que los combustibles fósiles. Además, por su pequeño tamaño molecular, tiende a difundirse a través de los materiales que lo contienen y transportan.
El amoniaco, en cambio, permite el transporte y almacenamiento de hidrógeno. El amoníaco puede transportarse en estado líquido a baja temperatura. En su destino, el portador se descompone y libera H2. Por esta razón, su transporte y almacenamiento son abordables y se pueden usar infraestructuras ya en funcionamiento, como tanques isotermos, oleoductos o barcos. Estados Unidos cuenta con 3 mil kilómetros de oleoductos que transportan amoniaco.
El hidrógeno extraído del amoniaco verde puede desempeñar un papel en la descarbonización de la industria intensiva en energía como el acero y la fabricación de productos químicos en procesos de alta temperatura, así como en el transporte pesado de larga distancia. A partir de 2028‑2030 su uso podría ampliarse en autobuses, camiones de largo recorrido y maquinaria minera, con una aceleración hacia 2035‑2040 y su eventual extensión al transporte marítimo y aéreo mediante el uso de combustibles sintéticos basados en H₂, cuya penetración masiva potencial se verificaría solo a partir de la década de 2040.
La evolución de los costos de producción y transporte y de la mitigación ambiental serán determinantes del desarrollo futuro de una cadena global de hidrógeno verde. La posibilidad de ser exportado desde Chile en gran escala a los mercados mundiales dependerá de si se consolida o no como una opción energética no contaminante competitiva y como pilar de descarbonización para industrias en las que hoy las emisiones a la atmósfera son difíciles de abatir. Esto exigirá políticas de apoyo sostenidas, incluyendo impuestos altos a las emisiones de carbono y subsidios a las grandes inversiones en insumos y redes. La velocidad de despliegue dependerá de al menos tres variables: (1) la evolución del costo de la energía renovable; (2) los marcos regulatorios y la estructuración de una demanda suficiente con contratos a largo plazo y (3) la maduración de la cadena logística sostenible en almacenamiento, puertos y ductos.
Si se superan las diversas barreras, el hidrógeno limpio podría cubrir un 10‑12 % del consumo energético mundial en 2050 y desplazar ~6 Gt CO₂/año. De lo contrario, su papel quedará limitado a nichos industriales y a regiones con abundante energía renovable barata.